Śrīla Prabhupāda Uvāca 90
Enero
de 1973; Bombay, India;
Piso
de Mahadevīa
Śrīla Prabhupāda
habló durante una semana en un programa de pandal
arreglado por los devotos. Asistieron miles de personas. En un gran escenario
de unos 4 pies
de alto, se hallaban las Deidades Rādhā Kṛṣṇa. Después del programa pandala, Ellas fueron instaladas en
Bhaktivedanta Manor. Śrīla Prabhupāda se sentó en su vyāsāsana en el escenario, con los discípulos reunidos a sus pies.
Fue una
semana muy movida. Una noche, se encendió un fuego eléctrico delante del altar
de las Deidades. El fuego se diseminó rápidamente, pero por suerte fue apagado
de inmediato. Cada día llegaban más devotos de modo que en el último día del
programa, había una concurrencia de varias docenas de discípulos de Śrīla Prabhupāda.
Nosotros, los occidentales, no podíamos entender las clases, porque se hablaban
en hindi, pero era evidente por los grupos entusiastas de asistentes, que Śrīla
Prabhupāda animaba a todos.
El último
día fue especialmente maravilloso. Luego que Śrīla Prabhupāda finalizara su
clase, hizo una señal y dijo, “Está bien, el kīrtana”. Acyutananda Swami, sentado ante un micrófono, con una mṛdanga en la mano, comenzó a liderar el
canto. En unos minutos más, Śrīla Prabhupāda descendió de su vyāsāsana y comenzó a circumbalar las
Deidades. Dio toda la vuelta una vez, giró y se postró delante de Śrī Śrī Rādhā
Kṛṣṇa. Todos los devotos comenzaron a seguir a Su Divina Gracia, mientras él
daba una segunda vuelta. El palmeaba sus manos y sonreía mientras caminaba
alrededor del inestable escenario por segunda vez, nuevamente girando y
postrándose ante Sus Señorías. El kīrtana
se volvía más extático a cada segundo. Todos se encantaron siguiendo a Śrīla Prabhupāda,
mientras nuestros ojos bebían el néctar de su éxtasis.
Caminó majestuosamente alrededor de Sus Señorías una vez más, completando su tercera vez. Se inclinó de nuevo ante el Señor Supremo y Su potencia de placer, girando para mirar a la multitud. Al girar, alzó sus brazos al cielo. Nos bendijo a todos con la mayor sonrisa que jamás haya visto. Mientras danzaba, saltando en el kīrtana, nos llevó a todos de inmediato al reino espiritual. Era asombroso ver cómo Śrīla Prabhupāda nos controlaba con el movimiento de sus brazos. Cuando los alzaba en el aire, éramos atrapados en el éxtasis. El kīrtana estaba fuera de este mundo.
Caminó majestuosamente alrededor de Sus Señorías una vez más, completando su tercera vez. Se inclinó de nuevo ante el Señor Supremo y Su potencia de placer, girando para mirar a la multitud. Al girar, alzó sus brazos al cielo. Nos bendijo a todos con la mayor sonrisa que jamás haya visto. Mientras danzaba, saltando en el kīrtana, nos llevó a todos de inmediato al reino espiritual. Era asombroso ver cómo Śrīla Prabhupāda nos controlaba con el movimiento de sus brazos. Cuando los alzaba en el aire, éramos atrapados en el éxtasis. El kīrtana estaba fuera de este mundo.
La danza
en la plataforma de madera de las docenas de devotos, era tan salvaje que el
escenario comenzó a sacudirse. Sus Señorías comenzaron a moverse en el altar,
hacia adelante y atrás, como si Se estuvieran uniendo a su devoto puro en su
éxtasis. Otro devoto y yo fuimos detrás del altar y sostuvimos a las Deidades
por Sus bases. Śrīla Prabhupāda lo notó y dejó de bailar. Luego que terminara
el kīrtana, Śrīla Prabhupāda y yo
entramos a la parte trasera de un Ambassador, para encaminarnos al piso de
Kartikeya Mahadevia, donde paraba Śrīla Prabhupāda. Con una sonrisa
trascendental, el dijo, “¿Así que el pandala
estuvo muy lindo?”. Aún abrumado con el éxtasis, por la misericordia de mi
maestro espiritual, dije, “Prabhupāda, fue realmente maravilloso. Cuando usted
baila, de inmediato todos entran en éxtasis”. Él respondió, “¡Sí!. En realidad,
pude haber seguido bailando, pero observé que las Deidades estaban en peligro,
de modo que me detuve. Si no, hubiera seguido bailando”.
Śrīla Prabhupāda,
gracias por brindarme la oportunidad de ser testigo de su potencia espiritual.
Fue
evidente a partir de la charla en el automóvil, que usted disfrutaba
distribuyendo la misericordia a todos los presentes. Supe que era la entidad
viviente más afortunada sobre el planeta, al poder sentarme a su lado en el
automóvil. Por favor, alce sus brazos sobre mí una vez más, para que yo baile
de acuerdo a su deseo.
Maravilloso, extasiante, trascendental.
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