Śrīla Prabhupāda Uvāca 110
Abril
de 1975; Vṛndāvana, India;
ISKCON,
Kṛṣṇa Balarāma Mandir
Śrīla Prabhupāda
fue siempre muy amable con sus discípulos. El solía cumplir nuestros deseos
distribuyendo artículos de ropa-prasādam
que había usado, cuando recibía cosas nuevas. Śrīla Prabhupāda nunca acumuló
muchas pertenencias, pues siempre estaba dando cosas a sus discípulos. Una de
las cosas especialmente codiciables, era el chaddar
de lana gris muy gastado de Śrīla Prabhupāda. Yo meditaba en ese chaddar, imaginando que Śrīla Prabhupāda
lo había usado en el Jaladutta, durante su viaje en transatlántico. Imaginaba
que lo había usado por años y años. El valor mágico de ese chaddar, aumentaba cada vez que él lo usaba. Vi a Su Divina Gracia
usarlo para envolver cálidamente su forma trascendental durante los paseos
matutinos, por muchos años. Este chaddar
tenía puntitos de agua dispersos en varios lugares. Era el chaddar que Śrīla Prabhupāda me había enseñado a doblar durante mi
primera caminata por la mañana como su sirviente personal en Dallas, hacía 2
años y medio.
En Māyāpur,
los sannyāsis juntaron dinero y
compraron un hermoso chaddar de
cachemira para Śrīla Prabhupāda. Costó varios miles de rupias. Era marrón, con
un borde muy trabajado. Provenía de una zona muy particular, conocida por su
muy fina cachemira. Creo que era lana pasima,
famosa por su suavidad, finura y calidad de abrigo. La evidencia especial de su
fama era que un chaddar tamaño grande
podía ser pasado a través de un aro, para demostrar así su cualidad de liviandad.
La lana provenía del barbijo de la cabra que vive en las mayores alturas de los
montes Himalayas. Esta prenda de regalo era muy fina, liviana y mantenía a la
persona muy abrigada. El grupo de sannyāsis
se lo presentó a Śrīla Prabhupāda con gran orgullo, en su sala de estar. Uno de
los sannyāsis ya había decidido que
cuando Śrīla Prabhupāda tomara éste y regalara su viejo chaddar, él sería el afortunado que lo tendría.
Cuando Śrīla
Prabhupāda recibió el chaddar, sonrió
y admitió, “Cuando era joven, me daban uno de éstos cada año. Un caballero, un
amigo de mi padre, iba y venía todo el tiempo de Kashmira. Comerciaba con estos
chaddars. Yo tenía uno cada año”. Śrīla
Prabhupāda aceptó el chaddar, pero
nunca ofreció el viejo a ninguno de los sannyāsis
presentes. Sus discípulos salieron de la habitación, comprendiendo un poco más
la posición de su Maestro Espiritual. Él no usó el nuevo chaddar con mucha frecuencia, sino que continuó usando el antiguo
en sus paseos matinales.
Una semana
después, Śrīla Prabhupāda se hallaba en el Kṛṣṇa Balarāma Mandira. El hecho de
que todos quisieran el chaddar de Śrīla
Prabhupāda, aumentaba mi deseo. Yo era un jefe de familia y tenía cien rupias
en mi bolsillo, de modo que contemplaba su chaddar,
decidiendo comprarme uno como ese. Confiaba en que si le conseguía la réplica
exacta a Su Divina Gracia, él de inmediato me bendeciría con el viejo. Arreglé
que un devoto fuera a Delhi a comprar uno, pues yo nunca salía de mis
habitaciones de servicio. Regresaron con uno nuevo, gris, marcha Lohi. Me costó
Rs. 150, unos $ 7,00 de aquella época.
Śrīla
Prabhupāda con su chaddar de lana gris
La tarde
siguiente, consciente de mi motivación egoísta, entré mansamente a la
habitación de Śrīla Prabhupāda, con su regalo condicionante prolijamente
aferrado en mi mano y ofrecí reverencias. Mi Guru Mahārāja estaba sentado
tranquilo detrás de su escritorio, tan refulgente como siempre. Dije, “Śrīla Prabhupāda,
acabo de comprar este chaddar para
mí, pero decidí que usted debía tenerlo, porque es nuevo. Su chaddar es muy viejo”. Śrīla Prabhupāda,
como siempre, conocía mi mentalidad infantil. Me traspasó con la mirada y dijo,
“¿Necesitas un chaddar?”. Respondí, “Bien,
sí, necesito uno”. Él dijo, “Entonces quédatelo, está bien”.
Śrīla Prabhupāda
me dificultaba la cosa, y no me permitía una pizca de decepción. Insistí, “Pero,
Śrīla Prabhupāda. Yo sería realmente feliz si usted tomara este chaddar nuevo. Quisiera que usted lo
tuviera. Usted es mi maestro espiritual”. Śrīla Prabhupāda disfrutó de mis
expresiones, repitiendo modestamente, “No, está bien, el mío sirve. No necesito
uno nuevo”. Pude comprender que no me estaba permitiendo ni un hilo de engaño. Śrīla
Prabhupāda, conociendo mi corazón, jugaba conmigo. Me rendí, finalmente,
limpiándome, admití, “En realidad, Śrīla Prabhupāda, me gustaría mucho más
tener el suyo que este nuevo, el suyo es prasādam,
quiero el suyo”.
Con gran
placer, Śrīla Prabhupāda sonrió ampliamente y dijo, “OK, entonces toma el mío.
Yo tomaré el nuevo”. Coloqué el chaddar
nuevo sobre el escritorio y ofrecí reverencias. La verdad realmente nos libera.
Aliviado, fuí hacia el estante. Sintiéndome bendito, tomé el viejo chaddar de Su Divina Gracia y salí
flotando triunfalmente al salir de la habitación.
Śrīla Prabhupāda,
aún conservo su chaddar. Una vez
usted me enseñó, “Cuando el maestro espiritual abandona el planeta, toda su
parafernalia es adorable. Hasta ese momento, todo puede ser usado por el
discípulo, excepto su calzado”. Su chaddar
está en su murti. Su forma de tamaño
natural se yergue en la habitación familiar del templo. Cuando llega el
invierno, usted lo usa, como lo hizo tantos años viajando por todo el mundo.
Cuando lo miro, recuerdo toda la generosidad que dispensó sobre mí,
reciprocando el insignificante servicio que realicé por un corto tiempo. Cuando
usaba ese chaddar, sabía que māyā no podía tocarme. Su misericordia
me protege. Ahora debo usar sus instrucciones como escudo protector, cantar 16
rondas y seguir los 4 principios regulativos. Quiero estar siempre con usted y
oro por servir sus instrucciones eternamente.
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