126. La sandalia de Śrīla Prabhupāda y el mono



Śrīla Prabhupāda Uvāca 126
Noviembre de 1972; Vṛndāvana, India;
Templo de Rādhā-Dāmodara

Esta vez Śrīla Prabhupāda permaneció en un cuarto en el segundo piso del Templo de Rādhā-Dāmodara. No recuerdo la razón por la cual no se quedó en su habitual conjunto de dos cuartos en el primer piso. Su cuarto en el segundo piso tenía un gran balcón de concreto que estaba encima de su cuarto del primer piso. En Vṛndāvana la mayoría de los edificios están hechos de ladrillo y concreto, por lo tanto, los techos son superficies lisas de concreto que pueden tener muchas utilidades.

Los aposentos de Śrīla Prabhupāda del segundo piso tenían una sala y un cuarto, y su comitiva permanecía en otro cuarto separado. Śrīla Prabhupāda recibía su masaje en el balcón, frente a su cuarto, y los rayos del sol reflejaban en su brillante y dorada piel huntada con aceite de mostaza. Él me dijo: “Pon el balde con agua en el tejado. El sol ha de calentarlo”. Usando su lota y su gumpsa él tomaba su baño en el balcón con apenas ese único balde de agua. Śrīla Prabhupāda hacia de la cuestión de su manutención corpórea, algo muy simple. Después de tomar su baño volvía a su cuarto y vestía ropas limpias que había colocado en su cama antes del masaje. Hoy el clima es muy caluroso, por lo tanto, Śrīla Prabhupāda sólo vistió su dhoti, sin kurta.

Cierto día, algunos minutos antes de entrar en su cuarto para vestirse, lo oí protestando. Yo aun estaba en el balcón limpiando todo. Tan pronto como lo escuché, entré corriendo en el cuarto. La puerta de enfrente estaba abierta. Yo no tenía la menor idea de lo que pasaba y, a pesar de haber entrado corriendo, por la fuerza de la costumbre presté reverencias. Śrīla Prabhupāda estaba detrás de su mesa. En el momento en el que me incorporé, con prisa, y le miré, él tiró su bola de tilaka en dirección a mi cabeza. Era del tamaño de una bola de golf, y él la arrojó con la fuerza de un lanzador de béisbol. Le erró a mi cabeza por pocos centímetros. Me llevé un gran susto y estaba con miedo. Pregunté, “¿cuál es el problema?” Apuntando en dirección a mi cabeza gritó, “aquel mono robó mi zapato”. Me di vuelta a tiempo para ver a una de las bestias peludas de Vṛndāvana salir corriendo del cuarto, con la sandalia de Śrīla Prabhupāda en su mano.

Había muchos monos en esa parte del Dhama y ellos estaban siempre buscando alguna bolsa de cuentas, anteojos, u otros objetos valiosos para robar, los cuales usaban para cambiar por comestibles. Me sentí muy aliviado al saber que mi Guru Mahārāja había arrojado la bola de tilaka al mono y no a mí. Fue una experiencia extremadamente fuera de lo común, ver pasar una bola de tilaka cerca de mi cabeza de esa manera. Felizmente mi maestro espiritual tenía buena puntería.

El mono saltó hacia el tejado del cuarto de Śrīla Prabhupāda y esperó. Śrīla Prabhupāda dijo, “ese bribón tomó mi sandalia. Toma un poco de dulce y ven para afuera”. Yo tomé algunos dulces de leche del vidrio de encima del estante de Śrīla Prabhupāda y seguí a mi guru al balcón. Śrīla Prabhupāda llevó su bengala. El mono estaba sentado en el borde del techo con la sandalia en su boca esperando el inicio de las negociaciones.

El tejado estaba fuera de nuestro alcance, unos dos metros y poco de donde nosotros estabamos. Śrīla Prabhupāda comenzó a saltar para arriba y para abajo, amenazando al mono con su bengala. El mono parecía hasta gustar de la atención que estaba recibiendo. Él parecía no sentirse siquiera un poco amenazado, o preocupado con la posibilidad de que Śrīla Prabhupāda consiguiera tomar su sandalia. El diablillo peludo comenzó a balancear la sandalia, provocándonos. Śrīla Prabhupāda continuó saltando, intentando alcanzar al mono con su bengala y dijo, “estos monos son tan bribones”. El mono continuó provocándonos. Ahora estaba haciendo muecas. Era evidente de que se trataba de un profesional muy hábil en robar los bienes de otros para obtener un rescate. Era un ladrón experto, que sentía placer en hacer sus negociaciones bribonas.

Esa fue mi primera experiencia en ese tipo de combate y debo admitir que todo me pareció muy divertido. Listo para intervenir, dije: “Śrīla Prabhupāda, déjeme ver si consigo darle un dulce a cambio de la sandalia”. Śrīla Prabhupāda respondió, “Sí, intenta eso”. Con mi menospreciado líder a mi lado, cuidadosamente levanté mi mano con el dulce, esperando que el mono me diese aquella sandalia mágica a cambio. Como era de esperar, él intentó engañarme. Intentó tomar el dulce sin soltar la santa sandalia de Śrīla Prabhupāda. Intenté de nuevo. Ofrecí el dulce e hice una señal para que me diese la sandalia. El mono comenzó a darme la sandalia con una mano y a tomar el dulce con la otra. Convencido de mi éxito, estuve menos atento. Delante de mi guru estaba prematuramente orgulloso de mi éxito anticipado. Sin embargo, el mono me engañó, quedándose con el dulce y la sandalia. Infelizmente, el mono no se deshizo de la sandalia. Para mi vergüenza, yo conseguí perder tres dulces con el enemigo, sin siquiera estar cerca de tomar la sandalia de loto.

Entonces, el mono comenzó a masticar la suela de la sandalia a voluntad. Consiguió rasgar un pequeño pedazo y dejar varias marcas de dientes en ella. Śrīla Prabhupāda no lo encontró nada gracioso y dijo: “olvida esto. Ahora él estropeó el calzado”. Su Divina Gracia volvió a su cuarto y se preparó para el almuerzo. Yo comencé a seguirlo. Miré para arriba y vi al mono soltar la sandalia y huir. Imagino que él entendió que la sandalia no le servía de nada si no valía la pena para nosotros. Pensé que lo mejor sería tomar la sandalia y entonces llamé a Girisha, el hijo de Hayagriva, y le pedí que suba al tejado para tomar la sandalia de Śrīla Prabhupāda. Girisha tenía diez años de edad y estaba ansioso de ser útil.

Desde abajo, vi a Girisha tomar la sandalia. Cuando él estaba bajando, un grupo de monos sinvergüenzas aparecieron de repente y lo atacaron. Ellos le dieron un gran susto. Uno de los monos comenzó a amenazarlo. Girisha gritó, “Shrutalirti! Shrutakirti! Asustado, miré a mi alrededor y vi un pedazo de bambu. Lo tomé y se lo arrojé. Tan pronto agarró el pedazo de bambú y comenzó a amenazar a los monos con él, estos rápidamente huyeron. Girisha tomó la sandalia y corrió escalera abajo, con los monos tras de sí. Girisha heróicamente me entregó la sandalia.

Llevé la sandalia hasta Śrīla Prabhupāda dado que él la había usado por mucho tiempo y parecía agradarle bastante. Él tenía otra pero gustaba más de esas. Cuando le mostré la sandalia él dijo, “ah, no parece estar tan mal. Toma un poco de cola y ve si puedes arreglarla”. La llevé de vuelta a mi cuarto y la arreglé de la mejor manera posible. Corrí de nuevo al cuarto de Śrīla Prabhupāda con la sandalia remendada, presté reverencias, y le mostré mi trabajo. Con una sonrisa en su rostro y asintiendo con su cabeza en señal de aprobación dijo, “quedó bien. Aun puedo usarlas”.

Dos semanas más tarde estabamos en Hyderabat, en casa del Sr. Pithi, un miembro vitalicio muy rico. Cierto día el Sr. Pithi vio la sandalia de Śrīla Prabhupāda. Yo le expliqué lo que había ocurrido. Él dijo, “adoraría comprar nuevas sandalias para Śrīla Prabhupāda.” Le dije que era una buena idea. Él mandó a su empleado a comprar las sandalias. Cuando las nuevas sandalias fueron presentadas a Śrīla Prabhupāda él las aceptó cariñosamente, sin embargo, más tarde me dijo, “no puedo usarlas, están hechas de cuero.” Así que continuó usando su sandalia dañada durante varias semanas, hasta que llegamos a otro templo. Entonces, allí le compramos unas sandalias que le gustaban y él se deshizo de las que estaba usando. Su sandalia rasgada está hoy en la casa de Kirtiraja prabhu en Alachua. Están dentro de un muestrario de vidrio y son veneradas por sus curadores.

Śrīla Prabhupāda, es muy difícil de describir el inmenso placer que sentí aquel día, de pié a su lado, cuando usted intentaba acertar al mono con su bengala. Durante algunos pocos minutos estuvimos luchando con un enemigo común, en la tierra de Kṛṣṇa. Tal vez nunca más podré participar así de pasatiempos trascendentales, pero nunca olvidaré aquel día tan especial, pues durante algunos minutos usted me dejó participar de un juego muy divertido en Vṛndāvana Dhama. Rezo para que nunca me sea quitado el recuerdo de aquel día.

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