«Una vez, en Hyderabad, Śrīla Prabhupāda reveló la esencia de nuestra
relación con él. Estábamos cantando japa
caminando hacia el este, como a dos kilómetros de la carretera principal,
cuando el sol comenzó a asomarse frente a nuestros rostros. Entonces
repentinamente apareció un automóvil disparado directamente hacia nosotros. Yo
estaba a la derecha de Śrīla Prabhupāda, y Mahāṁśa caminaba a su izquierda,
como si fuéramos sus guardaespaldas. El carro no disminuia su velocidad sino
que seguía acercándose. Sentí tanta ira que me adelanté corriendo hacia el
carro, levanté los brazos y grité con todas mis fuerzas:
»—¡¡Paren!!
»La idea que tenía en mente era, «¡si se van a acercar más, mejor
pásenme por encima!». Todo el cuerpo me temblaba como una hoja, porque casi me
atropellaron. Frenaron exactamente delante de mí. Dentro del carro habían dos
rufianes adolescentes, hindúes. Entonces Prabhupāda se acercó; se veía muy
feliz y estaba sonriendo. Me dijo: —¡Mūrti, has arriesgado tu vida por mí! ¡Muy
bien!
»Luego rodeó el automóvil y siguió caminando por la calle. Yo tomé esto
como un indicio de nuestra relación. La relación de Prabhupāda conmigo y con
los demás devotos de mi generación (que no éramos sus discípulos sannyāsīs íntimos) era como la relación
entre un general y sus soldados. Siempre nos trataba con ánimo militar: muy
estricto y cordial. Nunca sentimos que pudiéramos estar en términos familiares
con Śrīla Prabhupāda en cuanto a conversación o a actividades, tal como lo
hacían algunos devotos que nosotros conocíamos, tales como Gurudāsa y otros.
Por alguna razón, muchos de los devotos como yo se relacionaban con Prabhupāda
de esa manera, como el señor, el gran general, y nosotros como los reclutas. Él
vivía esa relación, y nosotros también.»
Entrevista con Mūrti dāsa
A veces los
devotos tienden a ser envidiosos de las relaciones de sus hermanos espirituales
con Śrīla Prabhupāda. Sin embargo, leer este recuerdo de Mūrti nos hace
conscientes de que cualquier relación con Prabhupāda sentida sinceramente con
dedicación es la más elevada. Cuando Mūrti describe su relación distante y
formal con Prabhupāda, parece de hecho ser superior a otra con más intimidad
física en la que a veces se abandonaba la reverencia. Y sin embargo cuando
leemos una memoria íntima de un sirviente como Śrutakīrti, sentimos que
ciertamente nos estamos acercando maravillosamente a Śrīla Prabhupāda. Por lo
tanto, todas las variedades de relaciones, mientras estén basadas en el
servicio a Prabhupāda, son igualmente importantes y puras, y al escucharlas
podemos aumentar nuestra devoción al guru y a Kṛṣṇa.
«Mi primer encuentro personal con Śrīla Prabhupāda fue en Suiza. Prabhupāda
iba a reunirse con una persona muy importante, y estaba en su habitación con
Guru-Gaurāṅga, Bhagavān y Yogeśvara. Estábamos cocinando para Prabhupāda, así
que cuando salió corrimos a la puerta para verlo. Śrīla Prabhupāda y los otros
pasaron casi frente a la puerta de la cocina. Cuando nos vieron allí, Yogeśvara
paró al grupo y dijo: —Śrīla Prabhupāda, ella es una modelo muy famosa,
mundialmente famosa, bla, bla, bla...—. Mientras él seguía hablando, para mí
era tan vergonzoso el tener que escuchar. Yo quería decirle a Śrīla Prabhupāda:
«No es verdad, ahora soy devota. Por favor no lo escuche». Yo miraba a Prabhupāda
como diciendo: «Ayúdeme». Prabhupāda me miró directamente a los ojos y entonces
Yogeśvara dejó de hablar. Pero luego empezó de nuevo a explicar todo con otras
palabras. Yo sentía que me estaba hundiendo en el suelo. Tuve la sensación de
que había desaparecido de la superficie del globo, y cuando recuperé la
conciencia, Prabhupāda todavía me estaba mirando y Yogeśvara estaba terminando
su pequeña charla. Prabhupāda entonces me brindó una hermosa sonrisa, como la
de un niño de cinco años, juguetona, brillante. Fue algo increíble, como si el
sol entero hubiera entrado en la cocina. Me miró con un destello en los ojos y
dijo: —Canta Hare Kṛṣṇa—. Yo le respondí: —Sí, Śrīla Prabhupāda—, y me postré
en el suelo, y Prabhupāda continuó andando.
»Cuando me dijo que cantara Hare Kṛṣṇa, sentí que esta era la
instrucción que había estado esperando toda la vida. Quedé muy satisfecha, y
supe que la conciencia de Kṛṣṇa era para mí. Él les confirmó a todos la
importancia de cantar Hare Kṛṣṇa, pero también habló específicamente para mí.
Me convencí de que esta era mi manera personal de complacer a Śrīla Prabhupāda.»
Entrevista con Śatarūpā-devī dāsī
En este caso
de Śatarūpā vemos que él le dio el mismo programa de conciencia de Kṛṣṇa que
dio a todos los demás: —Canta Hare Kṛṣṇa—. En su caso, era lo que ella estaba
esperando, así que no requería un tratamiento especial. Sin embargo, Śrīla
Prabhupāda era siempre sensible y podía acomodar a invitados con concepciones
exageradas de sí mismos debido a la fama o a su alta posición en el mundo. Pero
si uno quería verdaderamente hacerse devoto, el consejo de Prabhupāda siempre
era hacerse humilde, servir como los otros devotos de acuerdo a la propia
capacidad y cantar Hare Kṛṣṇa.
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