114. Dejando a Śrīla Prabhupāda para recuperar mi salud



Śrīla Prabhupāda Uvāca 114
Diciembre de 1974; Bombay, India;
ISKCON Juhu

Mi segundo recorrido de viajes trascendentales con Su Divina Gracia, comenzó sin ceremonias, a mediados de Julio hasta fines de Diciembre. La mayor parte de esta gira transcurrió en la India, el mismo sitio que inicialmente me había ahuyentado de los pies de loto de mi maestro espiritual. Desafortunadamente, mientras estuve en India, lo pasé enfermo la mayor parte del tiempo. Luché por un período de siete semanas en Vṛndāvana, mientras Śrīla Prabhupāda estaba sumamente enfermo. Luego que él recuperara la salud, la mía se deterioró y sólo podía pensar en irme, para estar sano. Con la misericordia de Śrīla Prabhupāda me las arreglé para superar mi falta de rendición y quedarme a sus pies de loto. Sin embargo, habiendo vuelto a perder mi salud nuevamente en la India (Juhu), mi mente se perturbó mucho.

Era incapaz de apreciar mi muy afortunada posición y meditaba en mis propios malestares físicos. Śrīla Prabhupāda ya había estado aquí por un mes y se preparaba para regresar a Occidente, vía Hawai. Me fui apegando cada vez más a los planes de viajar, contemplando mi supervivencia hasta la fecha esperada de partida. Desafortunadamente, hubo una demora debida a múltiples dificultades de orden técnico en el proyecto Juhu. Al enterarme de las noticias, me desalenté. Mientras caminaba cada mañana por la hermosa playa de Juhu con mi amado Śrīla Prabhupāda, sólo era consciente de los vuelos del 747 sobre mi cabeza. Los imaginaba a todos volando a Occidente. Deseaba tanto ir a bordo de uno de esos aviones. Su Divina Gracia estaría hablando de filosofía con los discípulos y yo meditaba en cada avión hasta que desaparecía de la vista.

En unos cuantos paseos intenté bromear con Paramahāmsa Mahārāja, con la esperanza de descubrir que él compartía mi deseo de dejar la India. Puesto que Paramahāmsa Mahārāja no podía identificarse con mis necesidades, trasladé el tema esperando alguna comprensión de Brahmananda Mahārāja.

En ese momento, el templo de Hawai enfrentaba un serio problema. Le conté a Brahmananda sobre mi deseo de volver a los EE.UU atento a mis problemas de salud. Una tarde acudimos a Śrīla Prabhupāda. Entramos a su sala de estar con gran aprensión y ofrecimos reverencias. Realizaba cuán tonto era por siquiera desear abandonar los pies de loto de mi amado Guru Mahārāja, pero mi mente descontrolada me impelía.- Dije, “Śrīla Prabhupāda, he estado a la expectativa con la esperanza de que usted partiría a la brevedad, pero tal parece que usted aún no está dispuesto a irse. Quisiera saber si puedo volver a Occidente para recuperar mi salud”. Con su acostumbrada percepción trascendental, el dijo amablemente, “Está bien, puedes regresar a Los Ángeles y recuperar tu salud. Brahmananda, tú puedes ir al templo de Hawai para colaborar allí. Me reuniré con ustedes cuando regrese a Hawai”.

El vuelo de regreso a los Estados Unidos no fue el placentero que yo había anticipado. Brahmananda y yo nos mirábamos mientras el avión se hallaba alto en las nubes, y comencé a lamentar mi decisión de dejar a Su Divina Gracia. Śrīla Prabhupāda nos había permitido irnos, tan fácilmente como me había permitido regresar a él unos meses atrás. Él aceptaba lo que fuera que Kṛṣṇa proveyera y nunca obligó a nadie a hacer nada que no pudiera hacer. Yo observé su graciosa opulencia de renuncia una y otra vez.

Se debe llorar por la asociación del Guru y Kṛṣṇa. No es algo que viene automáticamente o sea barato. Śrīla Prabhupāda siempre decía, “El servicio devocional se realiza voluntaria y alegremente”. Brahmananda Mahārāja se quedó en Hawai, obrando como el representante de Śrīla Prabhupāda para atender los asuntos del templo.

Yo proseguí a Nueva Dvārakā, Los Ángeles, para instalarme con mi esposa e hijo, quien para ese entonces tenía tres meses de edad. Escondí mi ansiedad referida al hecho de no haber visto nunca a mi hijo, esforzándome artificialmente por desapegarme. Si negaba mis sentimientos naturales, podía contemporizar con mis tensas expectativas internas y externas. Por alguna razón necesitaba probar externamente mi resaltante posición de buen devoto. De este modo regresé a Nueva Dvārakā, sin saber que la causa de mi enfermedad podía haber sido la negación de mis necesidades emotivas. En rigor de verdad, estaba ansioso por volver a Nueva Dvārakā para estar con mi familia.

Pasé cierto tiempo en el templo de Nueva Dvārakā, y luego fui a Nueva Navadvīpa con mi familia. Para el momento en que llegó Śrīla Prabhupāda, el 29 de Enero de 1975, me hallaba totalmente inmerso en la vida de familia. Paramahmsa Mahārāja y Nitai prabhu estaban trabajando muy duro, asistiendo a Śrīla Prabhupāda en todas sus necesidades. Yo estaba tan aferrado a mi nuevo āśrama, que ni siquiera ofrecí voluntariamente mis servicios, con excepción del masaje nocturno de Śrīla Prabhupāda.

Pese a que Śrīla Prabhupāda me permitió misericordiosamente dar masajes cada noche a su hermosa forma, el nunca me preguntó porqué no era más activo en su servicio personal. Él no me preguntó que hacía durante todo el día o porqué estaba tan ocupado en mis actividades familiares. Nunca se me ocurrió que me debía ocupar completamente en servir personalmente a Śrīla Prabhupāda. Mi conciencia dio un giro definitivo hacia las actividades de gṛhastha. Por fortuna, yo no controlaba mi destino y Kṛṣṇa arregló que reanudara el servicio personal de Su Divina Gracia, tras jugar a la casita por un breve espacio de tiempo.

Śrīla Prabhupāda, es penoso ver qué discípulo desagradecido y caído he sido. Muchas veces oí a sus discípulos preguntar, “Porqué Kṛṣṇa no me obliga a servirLo”. Usted respondía, “Si te obligan, no es una cuestión de amor. Debe ser voluntario”. Usted siempre me trató de ese modo y ruego que se detenga. Soy cabeza dura y deseo que me obligue a servirlo. Sin embargo, usted es tan paciente y amable que nunca nos obliga. De ese modo, no podemos cometer una gran ofensa por no seguir sus órdenes. Por favor, haga que yo desee servirlo a cada momento. Sólo soy feliz cuando estoy sirviendo a sus pies de loto. Por favor, mantenga esos dorados pies de loto sobre mi cabeza, para que no pueda escaparme de su protección.

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